Saturday, April 28, 2007

Rincones de mi tierra








Selvas henchidas de vida, llanuras, sierras y valles, plateados lagos, desiertos blancos, palacios de hielo, montañas y deltas.

En la comodidad de la ciudad todo esto parece innecesario, solo para verse por el national geographic pero América del sur tiene su propio tesoro , ser la puerta grande al fin del mundo,
Desde Panamá a Tierra del Fuego la sucesión de cadenas montañosas recostadas sobre el pacifico, las magnificas selvas colombianas, el delta del Orinoco en Venezuela la interminable selva de amazonia la mata atlántica y su gigantes lagunas costeras, las sierras calchaquíes, las encegecedoras salinas, las selvas nubosas de yungas, pantanales mesopotámicos, mesetas , acantilados patagónicos y fiordos magallánicos ponen el cierre antes del desierto helado de la antártica.
Esta es la tierra descubierta.

Alejándose de la isla Martín García el Río de la Plata funde sus aguas con el océano atlántico. El mar del fin del mundo, delfines, ballenas y orcas, leones marinos y aves fragata. Desde el azulado gris de sus aguas los cardúmenes de merluzas y anchoitas danzan con destellos de plata mezclados con extraños tiburones y ballets de medusas rosadas. Resulta difícil imaginar sin conmoverse cuanta vida unida por el mar.

En el borde inferior de la bahía de Bamborombón; Punta Rasa nace la barrera medanosa oriental de la Argentina. Aun hoy a pesar del hombre perduran manchones salvajes llenos de vida. Entre cordones de dunas costeras asoman pinamar y villa gesell hacia el final de la barrera la laguna de mar chiquita remata con una perla la aridez del ecosistema.
Su denso y húmedo pastizal alterna hunquillares crueles y espinosos con no menos crueles bandadas de mosquitos voraces. Contemplando en silencio en cualquier atardecer es posible escuchar un concierto de batracios, el chiflón con su silbido lastimero pone la nota salvaje al crepúsculo pampeano.







Vista aérea de la desembocadura al mar de la albufera de Mar Chiquita




No cuesta mucho trabajo imaginar un yaguareté asomando entre las cortaderas, fue dueño junto al puma de los carpinchos y venados 200 años atrás desde el tuyu hasta sierra de los padres. Hoy son solo un recuerdo de este borde continental del atlántico argentino.
Un sitio que hoy es surcado por rutas, alambrados y potreros del agro, de millares de turistas hastiados de la gran urbe con el espíritu propio de un sálvese quien pueda . Allí se mezclan una vez mas la naturaleza y el hombre solo que esta vez la búsqueda no es la frontera inhóspita del aborigen. Sino un breve encuentro con los elementos, lo suficiente para extrañar el asfalto semáforos y bocinas. ¿Aunque me pregunto quien puede extrañar semejante concierto sin compás?







Redondita de agua








La Luisa Canales










Juncales








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